Todo trabajo y propósito en la vida requiere de preparación previa, un buen vino por ejemplo, necesita tiempo para llegar a madurar y ofrecer aromas y sabores que lo caractericen después de experimentar el proceso de añejamiento. Es irresponsable pensar entonces, que cualquier actividad por simple que parezca al primer pensamiento no necesite por lo menos de unas horas de alistamiento. Hoy traemos para ustedes una lista de instrucciones que hacían faltan en el interminable mundo de las guías escritas o procedimientos paso a paso (ya lo hizo primero nuestro amigo Julio Cortázar en su encanto escrito llamado “Historias de cronopios y de famas”). A partir de la necesidad creada y la insuficiente literatura encontrada en el asunto, nace pues la mal lograda lista de “Instrucciones para robar suculentas”*. Diez pasos que te convertirán en uno de los personajes más buscados por las autoridades de tu barrio, incluyendo a Doña Magnolia la de la venta de empanadas y de las Doñas Matilde y Josefa las chismosas rezanderas que toda comunidad por humilde que sea posee.
Empecemos pues entonces:
- Tres semanas antes de cometer la contravención se hace estrictamente necesario seguir un entrenamiento físico riguroso pero “exprés”, el cual debe incluir obligatoriamente 3 abdominales diarias en ayunas, 4.2 lagartijas nocturnas y una contrarreloj diaria para alcanzar la ruta de bus que normalmente tomas para llegar al lugar que más frecuentes diariamente.
- Identifica previamente el jardín “suculentico” que más te atraiga y que tenga las mejores suculentas de tu barrio. Es preciso seleccionar el jardín que más te llene de envidia por la calidad de sus plantas. Un rodeo rápido es suficiente para no levantar sospecha alguna.
- Una vez identificado el jardín se recomienda dar una o dos vueltas por la zona para identificar personal de vigilancia o cámaras que puedan ponerte en evidencia en el momento propio del acto delictivo.
- Usa ropa ligera, cálzate los tenis más cómodos que tengas y ata muy bien tus cordones. Puede ser bueno una llamada a tu madre por si la acción se complica y no vuelvas a verla en el corto plazo.
- Saluda al portero al salir de tu edificio, así no levantarás juicios o sospecha alguna. Todo portero por defecto es chismoso, así lo requiere el puesto.
- Camina a tu destino, silbando o tarareando esa canción que te hace sentir omnipotente y todo poderos@.
- Con sigilo, acércate al jardín sin levantar sospecha alguna. Una buena estrategia es dejar caer al piso algo que no llame mucho la atención, un objeto práctico y poco costoso, por ejemplo tu teléfono “inteligente”.
- Una vez en el piso usa toda tu agilidad para deshojar con cuidado la suculenta escogida (asegúrate de tomar justo los “hijitos” que necesitas, más de los necesarios te puede dar más años de cárcel de lo presupuestado inicialmente).
- Ya con el objeto del delito en tus manos, corre, corre, corre, como si fueran los últimos kilómetros de tu vida, como si fuera una carrera contra el tiempo (en efecto lo es), como lo hizo Lola en su tercera carrera, saltando cuanto perro se atraviese, ojalá sin causar tantos accidentes automovilísticos como lo hizo ella, para que al final logres tomar de la mano a tu Manni y caminar juntos. Tu Manni de bolsillo, será en este caso la suculenta hurtada.
- Disfruta de tus años de auto-exilio, a partir de la fecha serás carne de cañón de las autoridades competentes, pero nada como ese sentimiento del deber cumplido. Serás prófug@ pero con un jardín envidiado por todos, ¡eso sí!
A poblar nuestros jardines de suculentas robadas, a poblar el mundo de hojas verdes que purifiquen, a si nos cueste nuestra reputación.
“No digo lo que digo, hago lo que no hago, al revés, al revés, porque ser valiente no es sólo cuestión de suerte”
Vetusta Morla